Erich Fromm: Nunca Es Tarde Para Amar

Es la experiencia subjetiva, matizada de alegría o tristeza, de promesa o temor, de angustia o risa. Quizás sería mejor charlar primero de las formas inmaduras o patológicas de relación, y dejar la palabra amor para expresar “aquel afecto activo que religa al hombre de nuevo con sus hermanos y con el planeta”. “Querer” es enriquecer nuestra existencia, es una actitud con la capacidad de dotar a este mundo de un sentido, de un propósito con la capacidad de transformar la sociedad. Sin embargo, tal y como nos explica Fromm, en esta cultura actualizada lo hemos mercantilizado todo en nuestro afán de satisfacer las propias pretensiones, aun el cariño.

que es el placer segun erich fromm

Este filósofo incluye la venganza en las pasiones adjuntado con la indignación, temor, apetito y, generalmente, todo cuanto en sí mismo va, generalmente acompañado de placer o mal. Y no hay ninguna cualidad que les sea correcto, pero sí con respecto a las facultades. Una acción motivada por la mera conveniencia del sujeto podrá serlegal, pero nuncamoral.La búsqueda de la felicidad, por tanto, no puede convertirse en criterio de moralidad. Asimismo afirma este filósofo que la razón pide que la alegría y el bien moral acaben reconciliándose. Hegel en un pasaje de la “Fenomenología del Espíritu” observó que la venganza es un fenómeno colectivo.

El Cariño Es La Preocupación Activa Por La Vida Y El Desarrollo De Lo Que Amamos

Por otro lado, la inclinación a remover las divergencias se relaciona íntimamente con el concepto y la experiencia de igualdad, como se desarrolla en las sociedades industriales mucho más avanzadas. En la sociedad capitalista avanzada, el término de igualdad es asimilado al de automatismo. De modo no expreso, se liman las excepciones, de manera que existe una regla subterránea que marca la media y las desviaciones, psicológicamente normalizadas, a costa de la “individualidad”. Hoy día, “igualdad” significa “identidad”, tanto la identidad de las abstracciones como de los hombres que trabajan en los mismos empleos, que tienen idénticas diversiones, pensamientos y también ideas, y hasta leen los mismos periódicos. Tal como la moderna producción en masa requiere la estandarización de los artículos, así el proceso social requiere la estandarización del hombre.

Se exagera el poder al que uno se somete, ahora se trate de un individuo o un dios. (“Él es todo y yo no soy nada, salvo en la medida en que formo una parte de él”). En un contexto religioso, el objeto de adoración recibe el nombre de “ídolo”; en el contexto secular de la relación cariñosa masoquista, el mecanismo esencial de idolatría es exactamente el mismo. La culminación de la función sexual masculina radica instantaneamente de dar; el hombre se da a sí mismo, da su órgano sexual, a la mujer.

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Más allá de que la vida en sus puntos únicamente biológicos es un mi­lagro y un secreto, el hombre, en sus puntos humanos, es un inescrutable misterio para sí mismo -y para sus semejantes-. Nos conocemos y, a pesar de todos los sacrificios que tengamos la posibilidad realizar, no nos conocemos. Conocemos a nuestros semejantes y, sin embargo, no los conocemos, pues no somos una cosa, y tampoco lo son nuestros semejantes. Cuanto más avanza­mos hacia las profundidades de nuestro ser, o el ser de los otros, mucho más nos elude la meta del conocimiento. Sin embargo, no podemos dejar de sentir el deseo de penetrar en el misterio del alma humana, en el núcleo más profundo que es «él». El amor no es esencialmente una relación con una persona concreta; es una actitud, una orientación del carácter que establece el tipo de relación de una persona con el planeta como integridad, no con un “objeto amoroso”.

El problema de cómo poder unión es el mismo en el hombre de siempre, difiriendo las respuestas específicas según cambia el nivel de individualización alcanzado por la persona. En el niño, el “yo” solamente se ha creado, y el pequeño se siente uno con su madre. Solo en el grado en que el niño desarrolla su sensación de individualidad, la presencia física de la madre ya no es bastante y surge la necesidad de superar de otras formas la separación. Todos los intentos de amar están condenados al fracaso, a menos que se procure del modo mucho más activo desarrollar la personalidad total humana de forma que se alcance una orientación productiva. La satisfacción en el cariño individual no puede conseguirse sin la aptitud de amar al prójimo, sin humildad, valor, fe, disciplina… En una cultura en la que estas características son raras, también ha de ser extraña la capacidad de amar. “El arte de querer” no es una obra separada en el vasto e interesante legado intelectual que nos dejó Erich Fromm.

El Exitación De Querer Y El Placer De Proteger

El profesor, poeta y activista por la paz, Thich Nhat Hahn, dijo una vez que amar sin entender amar hiere a quien amamos. Lo más difícil de todo esto es que de forma frecuente, vemos este desarrollo como algo pasivo. Este principio cuestiona de qué forma nos relacionamos en nuestra sociedady no duda en afirmar que lo hacemos mucho más por necesidad que para comunicar nuestro amor con otra persona. Piensa que compartir nuestros sentimientos requiere que estemos conectados con ellos, comprendiéndolos y cuidándolos. De tal modo que no nos quedemos buscando en el exterior las necesidades que no sabemos contemplar.

El amor a uno mismo no es un acto egoísta, sino más bien la base de una autoestima que nos deja darnos a los otros. Y el que solo se ama a sí mismo, tiende a ser infeliz, ya que contempla a los otros con indiferencia, hostilidad y temor. De origen judío, Fromm comprende que el cariño a Dios es demasiado enriquecedor, pero ese amor no es la adoración de una figura patriarcal, sino más bien el deseo de sentir un vínculo profundo con la integridad, con el ser, con la vida.

Lo Estructural Y Lo Vivido Recordando A Erich Fromm

Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter prodigioso, hasta que su antagonismo, sus decepciones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial. De todos modos, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar “locos el uno por el otro” como una prueba de la intensidad de su amor, cuando solo exhibe el nivel de su soledad previo. Para Fromm hay gran diferencia entre enamorarse y mantenerse enamorado. Considera que si la relación se inicia con la atracción sexual y se gaste el acto, de alguna manera se pone el riesgo el vínculo.

“Si amo verdaderamente a un individuo, amo a todas la gente, amo al mundo, amo la vida”. Erich Fromm asegura que querer a los de nuestra carne, no representa una hazaña. Sólo entonces se transforma en “amor fraternal”, que es un amor caracterizado por su falta de exclusividad.