Entre el Amor y Eva, la pelea era a muerte, y no importaba el de qué manera se vencía, sino más bien sólo obtener la victoria. Ésta es la enorme pregunta que todas las parejas se hacen cuando se acercan estas fechas tan señaladas… Éxito en la gestión de todo tipo de bibliotecas y contenidos. Tecnología que facilita el trabajo de las bibliotecas y las conecta con la gente.
– en descerrajar con violencia el primoroso mueblecillo. Saltó en astillas la cubierta y metí la mano febrilmente en los cajoncitos, revolviéndolos ansioso. De palo de rosa con incrustaciones, y al acercar al pábilo el fósforo, se me ocurrió que allí dentro estarían mis cartas, mi retrato, los recuerdos de nuestra dilatada y también íntima historia. Un vivaz deseo de releer aquellas páginas me impulsó a abrir el mueble. No había remedio; tenía que asesinarle si deseaba vivir digna, respetada, libre…, no cerrando los ojos por no ver al muchacho, apretó las manos enérgicamente, largo, largo tiempo, horrorizada del estertor que oía, del quejido sordo y lúgubre exhalado por el Amor agonizante. Un sentimiento de pena y lástima la contuvo, sin embargo, breves momentos.
El Viajero
La primera en aparecer fue la Pereza, solo a tres pasos de la piedra. Después se escuchó a la Fe opinando con Dios en el cielo sobre zoología, y a la Pasión y al Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un abandono halló a la Envidia y, claro, pudo inferir donde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que procurarlo, el solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas.
Tratábase de un doble suicidio, concertado por adelantado, y hasta comunicado por el bruto del mozo en una taberna la noche anterior. Mi tía, con sus dedos ganchudos, se esforzaba en quitarme el retrato, y yo, maquinalmente, lo ocultaba y aseguraba mejor. Siéndome cortas para contemplar el mágico retrato las dos o tres horas que entre mañana y tarde se pasaba mi tía en la iglesia, me resolví, por fin, a guardarme la miniatura en el bolsillo, y anduve todo el día escondiéndome de la gente lo mismo que si hubiera cometido un delito. Entró mi tía sonándose robusto, por el hecho de que el frío de la iglesia le había recrudecido el catarro, ahora crónico.
Eche Una Ojeada Ahora
Contact es un servicio en la nube que permite a las bibliotecas mandar mensaje de texto de forma directa y desatendida a sus usuarios, facilitando la comunicación y ofreciendo una alternativa más eficaz y económica que otros medios tradicionales. Las bibliotecas tienen la posibilidad de emplear este sistema para informar a los individuos sobre diversas gestiones efectuadas en Absys, como datas de devolución de materiales prestados, confirmación de disponibilidad de reservas y la llegada de materiales solicitados. Un libro es un sueño que usted cuenta con en sus manos.
A absolutamente nadie conocía, y absolutamente nadie le conocía a él tampoco bajo la forma humana que se había visto precisado a adoptar. Mas no es culpa nuestra si de este barro nos amasaron, si el sentimiento que no compartimos nos molesta y quizás nos asquea, si las señales de la pasión que no halla eco en nosotros nos alientan a la mofa y al desprecio, y si nos gozamos en pisar un corazón, por lo mismo que entendemos que ha de verter sangre bajo nuestros atroces pies. Sus extravagancias eran en ocasiones tan insufribles, que Marta, con los nervios de punta, el alma de través y el corazón a 2 dedos de la boca, maldecía el mortal instante en que dio acogida a su terrible huésped.
Nuestra alma gemela es alguien que comparte nuestros más profundos anhelos, nuestro sentido de dirección. Cuando nos sentimos suficientemente seguros para abrir las cerraduras, nuestra fiable personalidad sale y nosotros tenemos la posibilidad de ser totalmente verdaderos con quienes somos; podemos ser amados por quienes somos y no por lo que pretendemos ser. Un alma gemela es alguien quien tiene cerraduras que encajan en nuestras llaves, y llaves que encajan en nuestras cerraduras.
Y en el momento en que confusa y trémula, yacía, cerrando los párpados, en brazos del infame, este exhaló una estrepitosa carcajada, descorrió unas cortinas, y también Irene vio que la devoraban los impuros ojos de ocho o diez hombres jóvenes, que también reían y palmoteaban irónicamente. Camargo, sorprendido otra vez de la hermosura de la joven, notando que al verle se teñían de púrpura las incoloras mejillas de una pequeña tan preciosa, los acompañó, y prometió conocer a sus convecinos. Quedaron lisonjeados los pobres lugareños, y creció su satisfacción al notar que de allí a pocos días, habiendo cumplido Camargo su promesa, Irene revivía. Desconocedores de la crónica, les parecía Camargo un yerno posible, y consintieron que menudeasen las visitas. Cuando Irene llegó a La capital de españa, era célebre Camargo.
Y él y ella, al sentir en los labios la sagrada partícula, disfrutaron un momento de emoción deliciosa; les pareció que la efusión aguardada en vano, el supremo arrobamiento del éxtasis vendría tras desposeída la vestidura carnal, en el momento en que el alma, libre y dichosa, volase al seno de su Criador… Con todas estas imaginaciones, el caso es que fui adelgazando de una manera destacable, y lo observaron con gran incomodidad mis progenitores y mi tía. Y le lancé el capullo a la nariz, desaire que la tuvo toda la tarde llorosa y de morros conmigo, y que aún a estas datas, que se ha casado y tiene tres hijos, probablemente no me ha perdonado. Mucho más bien serían trece, porque antes es bastante temprano para enamorarse tan de verdad; pero no me atrevo a garantizar nada, considerando que en los países meridionales madruga mucho el corazón, dado que esta víscera tenga la culpa de semejantes trastornos. Y don Luis aflojó la bolsa, cogió de manera delicada el paño y el tesoro que contenía y, ocultándolo bajo el capotillo, se volvió a su casa. Como siempre los males tienen la posibilidad de crecer, llegó un invierno de los mucho más rigurosos, y faltó a Laura el trabajo con que ganaba el sustento.
Sobre la hiedra enteca y mísera que a duras penas afloraba del terreno arcilloso, yacía tendida una mujer joven, de asombroso hermosura. La palidez de la muerte, y esa clase de enigmática dignidad y calma que imprime a las facciones, la hacían similar a perfectísimo pecho de mármol, y el ligero vidriado de los árabes ojos no amenguaba su tiernicidad. El pelo, suelto, rodeaba como un cojín de terciopelo mate la faz, y la boca, entreabierta, dejaba ver los dientes de nácar entre los descoloridos y puros labios.