Los gobiernos, las fuerzas de seguridad, los intereses comerciales, los grupos armados, los líderes religiosos y, en ocasiones, incluso sus propias familias y comunidades pueden intentar y conseguir silenciar sus inconvenientes críticas o acciones. Para esto, tienen la posibilidad de llegar a matarlas o amenazarlas, y a recurrir al secuestro o a la tortura. En el primer sentido, la autonomía que suponemos a lo demás seres humanos nos deja valorar sus acciones éticamente, en tanto que pensamos que -como humanos- tienen conciencia y, consecuentemente, al comprender lo que hacen y poder entender las consecuencias que provoca, son causantes de ello. Si, en cambio, algo nos permite suponer que no están actuando consciente y autónomamente, no acostumbramos a considerarlos causantes. En este sentido sería oportuno seguir en el concepto de apoyos a la persona, que sirvan para saber cuáles son los elementos de ayuda, de colaboración, que van a ser útiles para hacer más simple que nuestra persona exprese, identifique y tenga efecto, para asegurar la expresión plena de su capacidad jurídica.
Dentro de poco nos atacarán la independencia de pensamiento, con injertos. “Desde esta iniciativa, la libertad no consiste en dejar de recibir órdenes sino en explotarse a uno mismo con más dureza de la que podría ejercer el dueño de una corporación, algo que el emprendedor comparte con el autónomo”, amplía. Una acción ética, no siempre tiene por que ajustarse a un código de normas y valores.
Ese “bien” que nos hace posible la felicidad, es la capacidad de auto-realizarnos, de resultar absolutamente nosotros mismos para el encuentro extremista con los otros. Podemos preguntarnos ¿cuál es el bien que se tiene en la vida religiosa que nos deja experimentar que esta es una vida feliz? Podría redactar muchas cosas referentes a la experiencia religiosa, la fe, la experiencia del evangelio como el mayor bien… e inclusive podría llegar a espiritualizar sobre el tema, pero como no es lo que quiero, ni lo que buscamos, intentaré comunicarlo desde otra clave. El obrar libre es cauce para la felicidad, para el perfeccionamiento del existir; no sólo en concepto de bienestar, sino más bien asimismo en términos de bien ser. Mediante la utilización perfectivo de la independencia el hombre reafirma su naturaleza y su dignidad originaria forjando una segunda naturaleza —la personalidad moral— por medio de la adquisición de hábitos, disposiciones equilibrados que suponen un dominio efectivo y plenificante, denominadas virtudes.
Declararse Libres Es Declararse Autónomos
Se advierte en este caso una confusión entre autodeterminación y también indeterminación. Y se revela en ella un intento de eludir vínculos, creados por la autodeterminación del sujeto, en definitiva, la compromiso. Por responsabilidad se entiende el dominio de las propias acciones y de sus secuelas. De esta forma, una decisión, por emanar de la iniciativa de un sujeto, trae consigo implicaciones y secuelas que solo a él pueden imputarse en su mérito o demérito.
Si previamente no se ha esclarecido este inconveniente, el perjuicio a terceros queda a la oportunista discreción del momento, va a poder depender de la astucia o aun de la posible arbitrariedad de las leyes impuestas –en definitiva, de la voluntad del legislador–. La fuerza fué sustituida por el poder político y por la astucia. No obstante, aun cuando sin estos causantes no pudiese detallarse una específica actuación individual, tampoco ellos bastan para explicarla.
La Independencia
Ya hemos dicho que los actos de la voluntad dependen de los actos de el intelecto. Y asimismo que, no obstante, esos no siguen de forma automática a estos. Además, el acto voluntario puede referirse a los objetivos, a los medios y a la ejecución.
Son componentes que se necesitan, quizás, pero no suficientes para ofrecer rincón por poner un ejemplo, a acciones como perdonar, querer oblativamente o arrepentirse. Pero resulta conveniente advertir en ello una confusión patente entre causa y condición. Es cierto que nuestras resoluciones dependen de circunstancias, impulsos inconscientes, modas, patrones sociales, etcétera.
Se dijo, con gran perspicacia, que el término final de todos los actos de la voluntad es el fin último del ser humano, la felicidad, y que todos los otros bienes los quiere la voluntad como medios para conseguir dicho fin último, la perfección integral de la persona. Sería el primer fin en la intención y aquello con lo que se quiere todo lo demás. La mayor mentira es habernos hecho opinar que por proceder a votar cada cuatro años somos libres.Infringen lo prometido,nos engañan,se favorecen de cosas que a nosotros nos niegan,manipulan la justicia la información,nos extorsionan a impuestos y todavía aguardan que demos las gracias.
Esa aptitud es lo que conocemos con el nombre de independencia. Si damos, ya que, la libertad por asumida y esta tiene, además, bastante de irreal, ¿quién se está apropiando de ella? Para la periodista catalana Montse Batlle, especialista en psicoanálisis y espiritualidad, “somos víctimas de manipulaciones fieros que, además, intentan hacernos opinar que somos libres”.
Respeto A La Intención Y Autonomía De La Persona
El riesgo de la autonomía en la vida religiosa no es tanto la obediencia sino el modo de ejercer el poder y la autoridad, o de situarse frente ellos. No dejo de ser autónoma por obedecer sino más bien por dejar el poder de resolución de otros sobre mí. Con que facilidad tenemos la posibilidad de esconder detrás de la obediencia la infantilización, la irresponsabilidad emocional, e incluso la posición de víctimas ante la realidad. No asumir la autonomía ni impulsar la autonomía de las otras personas es la mejor forma de no hacerme responsable de mí misma y por consiguiente tampoco impulsar a otros a que lo sean. Muchas de las vulneraciones de derechos que suceden en los servicios destinados a las personas con problemas de salud mental se relacionan con todo lo que tiene que ver con la autonomía de la persona, con su toma de decisiones autónoma. Desde la perspectiva de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad , ciertas actuaciones suponen la vulneración del principio de libertad, y del derecho a la aptitud jurídica, o sea la aptitud para decidir en verdad y de derecho.
En el caso de que la persona lo precise, el respeto a la autonomía del paciente pasa por la provisión de apoyos o ayudas a fin de que la persona pueda elegir por sí misma. Esta es la filosofía subyacente al actual modelo popular de la discapacidad, que comparte la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad, artículo 12, que regula la aptitud jurídica de la persona. En el momento en que somos libres somos causantes de nuestras decisiones, puesto que somos nosotros quienes las tomamos y por ello aceptamos la autonomía, con todo lo bueno y lo malo que ello implica. Asumir el coste de lo que decidimos supone la valentía de ser libre para tomar un camino. Por otro lado, adherido al concepto de predisposición y capacidad para seleccionar, va la responsabilidad que emana de ese privilegio. Así, de alguna forma, toda decisión va asociada a una previsión de secuelas, a una estimación de daño y beneficios.